Tuve miedo de mirarme ante los espejos de la vida, pero eso ya no dependía de mí. Ahora me he divido en dos, de tal forma que no puedo rehusarme a seguir sola ni lo quiero hacer. Déjame inmiscuirme en esos fríos espacios, los cuales deseas pintar de blanco con aquellas sustancias exóticas que están llenas de mitos medievales y de remotos lugares. Prometo estar ahí siempre y cada vez que ese lugar empiece a perder su espesor, yo renaceré de mis cenizas pintándolo con pequeñas pinceladas de sentimientos superfluos.
Mira el movimiento de mí cuerpo que solo camina a tu compás, no dudes si no escribo o expreso aquellas palabras afirmativas.
sábado, 18 de junio de 2011
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